El hambre es el mecanismo que tiene nuestro cuerpo de avisarnos de la necesidad de ingerir alimento para cubrir los requerimientos nutricionales y energéticos. Hoy en día, y debido al ritmo de vida actual, hay personas que llegan a perder el apetito, o que incluso sienten con frecuencia un hambre emocional que les hace comer más de lo debido.
Cuando estamos tristes, estresados, o por puro aburrimiento, el cerebro nos manda una señal para tomar comida que de algún modo nos reconforta. Pero sobrepasar la cantidad de alimento que necesitamos podría derivar en un aumento de peso y en un grave descontrol del metabolismo del cuerpo.
¿Cómo puedo saber si tengo hambre de verdad o es un hambre ligada a mis emociones? Descubre por qué se produce esta, cuáles son los síntomas y señales, y cómo tratar el hambre emocional para que no se convierta en un problema futuro.
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✅ ¿Qué es el hambre emocional?
Para gozar de una buena salud hay algunos pilares que son sumamente importantes. Hacer ejercicio físico a diario, descansar bien, manejar los niveles de estrés y la hidratación son algunos de ellos. Sin embargo, hay otro que imprescindible, como es la alimentación.
La dieta es la base de la vida, y para que no nos olvidemos de comer cuando corresponde, el propio cuerpo nos manda algunas señales que nos indican que el nivel energético está bajo, o que existe alguna necesidad de un nutriente en concreto.
Por otro lado, el hambre emocional es un trastorno que a veces nos hace confundir el hambre real y los sentimientos. Se trata de una necesidad urgente por comer, con la preferencia de tomar ciertos alimentos que no siempre son los más saludables.
Sin tener un verdadero apetito, en el impulso por comer dejándose llevar por las emociones, se llegan a consumir grandes cantidades de kcal, grasas, azúcares, sodio, y otros nutrientes poco recomendables.
✅ Causas del atracón emocional
Comer emocionalmente se relaciona con emociones principalmente negativas. El estrés, la ansiedad, el cansancio, la tristeza, el enfado, el aburrimiento o la baja autoestima son algunas de las más frecuentes; aunque hay muchas mas. Es un problema que está cada vez más presente en la sociedad, entre aquellas personas que no saben cómo gestionar lo que sienten.
Al margen del hambre fisiológica, aparece esa sensación irrefrenable que incita a consumir alimentos. Suele ser comida basura, alimentos precocinados, fritos, azúcares, bollería, helados, refrescos y bebidas azucaradas, que es lo que más apetece en el momento.
El estómago se llena, y la sensación de bienestar es momentánea, pero no dura mucho. Tras el atracón de comida viene el sentimiento de culpa, frustración y decepción por lo que acaba de pasar. A veces desemboca en trastornos alimentarios graves como la bulimia nerviosa.
El hambre por ansiedad aparece sin que nos demos cuenta, y puede ir empeorando con el tiempo si no se trata el problema subyacente. Cuando me pasa esto, o si no tengo ganas de comer en ningún momento y me alimento por impulsos, es urgente buscar ayuda profesional.
Síntomas de hambre emocional
¿Cómo puedo saber que estas ganas de comer son debido al hambre emocional? Cada más habitualmente, emociones y comida suelen ir de la mano. Tenemos a nuestro alcance una gran variedad de alimentos que nos hacen sentir bien, y que relacionamos con una forma de ‘reparar’ los sentimientos negativos.
No obstante, el hambre incontrolada no es buena para la salud, ya que el propósito de los alimentos no es otro más que proporcionar energía y nutrientes. Presta atención a determinados síntomas para reconocer si se trata de un hambre promovido por tus sentimientos:
- Comer de forma acelerada
- Imposibilidad de frenar el impulso de comer
- Alimentarse sin sentir hambre
- Tomar alimentos promovido por una situación de estrés
- Recompensarte con alimentos
- Celebrar una situación con la ingesta de alimentos
- Tomar ciertos alimentos poco saludables
- Sensación momentánea de alivio al terminar de comer
- Sentimiento de culpa al terminar de comer
- Arrepentimiento
Si te sientes triste, deprimido, estás padeciendo una gran ansiedad, o crees que tienes problemas emocionales de algún tipo, la ingesta de alimentos no es la solución. Es necesario tratar el problema y evitar que comer por comer llegue a provocar efectos negativos a nivel físico.
Diferencias entre hambre real y emocional
Para diferenciar el hambre física y el hambre emocional, lo mejor es comparar algunos aspectos típicos de cada una de ellas. Al principio es normal no darse cuenta. Pero una vez que estés familiarizado, podrá detectarlas más fácilmente.
El hambre física aparece poco a poco, se siente como un hormigueo en el estómago y el apetito acepta el consumo de todo tipo de alimentos. Al terminar de comer, tomando los alimentos pausadamente, la sensación de plenitud llega y no hay sentimiento de culpa al acabar.
En cambio, el hambre causada por los sentimientos llega de pronto. No es un hambre real, si no que se convierte en una obsesión que está en la cabeza. El deseo irrefrenable viene por un tipo concreto de comida alta en calorías, la tendencia es comer mucho en poco tiempo ya que la sensación de estar lleno no llega del todo. Al final, vienen los sentimientos de culpa y vergüenza.
Tú mismo puedes saber si antes de empezar a comer es tu estómago o es tu cabeza quien te está diciendo que debes ingerir alimentos. No dejes que esta sensación te supere, ya que reconocer el hambre emocional es esencial para actuar contra ella en el momento exacto.
✅ Cómo tratar el hambre emocional
La mejor forma de tratar el hambre emocional es ponerse en manos de un especialista que te ayude a recuperar los buenos hábitos alimentarios. El hambre en sí no es un problema, si no que hay otra causa detrás que es la que necesita ser revisada y tratada.
Por tu cuenta, además puedes realizar algunas pautas en tu rutina diaria. Altamente efectivas cuando aún estás a tiempo de ponerle freno, no dudes en dar estos pequeños pasos para ir recuperando poco a poco el control:
Tratar el estrés
El estrés no debería formar parte de nuestra vida diaria, pero ahí está. Se ha convertido en una sensación muy recurrente, que a veces hay que combatir para que no vaya a más y provoque daños en nuestra salud física y mental.
Una vía rápida de aliviar el estrés es tomar alimentos. Pero como hemos visto, esta no es la solución. Es imprescindible que busques otras formas de lidiar con la ansiedad y el estrés, como salir a pasear, hacer ejercicios de relajación, leer un libro o pasar el tiempo con familia y amigos. ¡Cada uno tiene una fórmula que le funciona mejor!
Manejo de emociones
Además del estrés, hay otras emociones que influyen en el apetito emocional. La depresión o tristeza, el aburrimiento, o la autoestima, nos hacen llegar a adoptar determinados hábitos que no son buenos, y que no debemos mantener por mucho tiempo.
Puedes permitirte tener unos días de bajón. ¡Pero que sean pocos! Busca ayuda para aprender a manejar las emociones negativas. Puede ser desde un amigo o alguien de tu confianza a quién pedir consejo, hasta un terapeuta, psicólogo o psiquiatra. Si no sabes a quién acudir, el primer paso podría ser ir al médico de cabecera.
Alimentación consciente
Hambre emocional y ansiedad a la hora de comer no son buenas compañeras. Cuando vayas a comer, hazlo de forma relajada: practica la alimentación consciente. Esto consiste en sentarte tranquilamente, centrándote en lo que estás comiendo y evitando otras distracciones. Paladea cada bocado y tómate tu tiempo para disfrutarlo.
Por ejemplo, si acabo de comer y tengo hambre, no quiere decir que no te hayas llenado. La mayoría de las veces nos impacientamos, y nuestra mente va más rápido que nuestro cuerpo. Deja que tu cerebro envíe el mensaje de saciedad a tu estómago dándote unos minutos de relajación al acabar.
Diario de alimentos
Hay ocasiones en las que vamos tan rápido por la vida que no sabemos si acabamos de comer o si la última vez que tomamos algo fue hace varias horas. La mente nos juega malas pasadas. Si estás empezando a trabajar una buena relación con la comida, tener un diario de alimentos puede ser una excelente herramienta.
En un pequeño cuaderno que lleves siempre encima, apunta todo lo que tomes a lo largo del día. No te dejes nada, y pon exactamente la fecha, la hora y cantidad de cada ingesta. Desde el desayuno, la comida, la cena, hasta cualquier pequeño picoteo. Todo cuenta. Así podrás saber cuánto es lo que necesitas comer para estar lleno, sin pasarte.
Ejercicio físico
Si estás aburrido, en lugar de comer, ¿por qué no aprovechas para practicar ejercicio físico? El deporte es el mejor desestresante que existe, y además es mucho más saludable, liberando una gran cantidad hormonas que te harán sentir genial.
Es normal que al principio no te apetezca, pero una vez que hayas encontrado un ejercicio que te motive, lo convertirás en rutina. Ya sea salir a pasear con amigos, ir en bici, nadar, entrenar en el gimnasio, participar en algún deporte de equipo, o hacer yoga y pilates.
Meditación y descanso
¿Sabías que muchas veces la sensación de hambre de comida se puede confundir con cansancio físico? Si no has dormido bien, tu cuerpo necesita un aporte de energía extra, y tiende a pedir que comas más. Pero si el descanso es el adecuado, no tendrás que ingerir más calorías de las que necesitas para estar sano y evitar el sobrepeso.
Del mismo modo, tomarte tus momentos libre de desconexión es importante. Empieza a practicar yoga, meditación o actividades de relajación para que los niveles de estrés estén más bajos y controlados en todo momento. ¡De verdad que funciona!
✅ Otros consejos para aliviar el estrés
Encuentra en nuestro blog Cuídate con Salud muchos más consejos sobre alimentación y psicología para que el estrés y el hambre emocional no se conviertan en un problema para ti. Echa un vistazo a estas publicaciones que podrían ser tu interés:
- Cómo evitar la ansiedad por comer
- Ansiedad y depresión; Descubre las diferencias
- Cómo superar los bajones emocionales
- Tips para tener más fuerza de voluntad
- 10 Trucos para comer menos sin darte cuenta
Ahora que ya sabes cómo controlar el hambre emocional, ha llegado el momento de ponerte en serio. En caso de necesidad, no dudes en pedir ayuda a un experto, y verás como esta situación no te vuelve a sobrepasar. Serás tú quien controle el hambre, y no ella a ti.
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