A todos nos gustan que nos traten bien y tener relaciones saludables con los demás, ¿verdad? Pero, ¿tú también haces uso de la responsabilidad afectiva para tratar a tu familia, a tu pareja o tus amigos? Este es un tema muy importante en el que hay que trabajar.
Sí que es cierto que el ser humano tiene un comportamiento egoísta por naturaleza. Pero también somos seres sociales, y necesitamos de las relaciones con los demás para convertirnos en personas completas.
Si tú también quieres saber como trabajar la responsabilidad afectiva, estás a un paso de conseguirlo. Lo primero es tener la voluntad, y después solo tendrás que poner todo de tu parte para mejorar las habilidades sociales afectivas con estos consejos que te proponemos.
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? ¿Qué es la responsabilidad afectiva?
La responsabilidad afectiva es uno de los indicadores de empatía más interesantes hoy en día. Consiste en ser responsable de las emociones y sentimientos de las otras personas, tanto como lo somos de los nuestros. Sería algo así como: “trata a los demás como te gustaría que te tratasen a ti”.
Para poder trabajarla, hay que ser consciente de las relaciones que tenemos con los demás, los vínculos que hay con otras personas de nuestro entorno. Cada uno tenemos nuestra manera de ser. Pero aún así, tenemos sentimientos y necesidades que deben ser escuchadas y consideradas.
Lo contrario a la responsabilidad afectiva podría ser la irresponsabilidad emocional. Esto no quiere decir que haya que poner todo el cuidado del mundo en no herir a los demás, si no de hacer las cosas teniendo en cuenta los sentimientos de los otros.
Tener responsabilidad emocional y afectiva es no ocultar a los demás lo que sentimos, ni invalidar sus emociones o incumplir los acuerdos y promesas. Es difícil de explicar, pero una vez que consigues dominarla, te resultará más fácil trabajarla con tus seres queridos.
Ejemplos de prácticas que no son asertivamente responsables
La responsabilidad emocional y afectiva se suele utilizar sobre todo para las relaciones amorosas. Sin embargo, es muy útil igualmente en relaciones laborales, familiares o con los amigos.
Todos tenemos suficiente capacidad para ponernos en la piel de los demás. Igual que sabemos qué nos hace daño y qué nos molesta de los otros, tenemos que actuar de forma honesta con las personas que nos rodean.
¿Cuáles son las prácticas habituales en las que no se respeta la responsabilidad afectiva? Estos son algunos ejemplos que debes revisar:
- Saltarse los límites de las relaciones.
- Abusar de la confianza.
- Acordar algo con alguien y no cumplirlo.
- Romper o evitar la comunicación.
- Manipular a otra persona.
- Hacer ‘ghosting’ o evitar a la otra persona para no afrontar los problemas.
Existen otras muchas prácticas que no son afectivamente responsables y que sin darnos cuenta podemos llegar a realizar. Por supuesto que todos podemos cometer errores, es parte de la naturaleza humana. Pero ser responsables afectivamente nos dará la posibilidad de construir relaciones más sanas y positivas para ambas partes.
✅ Tips para mejorar la responsabilidad afectiva
¿Qué es lo que dicen los profesionales en psicología sobre la responsabilidad afectiva? Para trabajarla correctamente es necesario buscar el trasfondo de los sentimientos propios y de los demás.
Haz uso de tu inteligencia emocional innata para manejar las emociones en determinadas situaciones. Ya sabes cuál es el concepto de afectividad. Ahora toca aprender cuál es la responsabilidad que tenemos cada uno con estos tips:
Comunicación asertiva
La comunicación asertiva y la escucha activa son dos pilares muy importantes de la responsabilidad afectiva. A veces es difícil expresar los sentimientos hacia los demás, pero hay que hacerlo para vivir relaciones sanas.
No te cortes a la hora de comunicar cómo te sientes. También debes aprender a escuchar de manera correcta, y a ser consecuente con lo que te dicen. Sé honesto, no utilices palabras dañinas ni ataques, y reacciona en consecuencia al mensaje que la otra persona te esté dando.
Poner límites
Para tener una relación sana a veces hay que poner límites, ya sea con la pareja, con amigos, o con algún familiar. Es normal que no siempre estéis de acuerdo. Pero lo mejor es hablarlo, evitando así lo que más nos molesta y que no queremos que nos hagan.
Respeta esos límites que habéis acordado por ambas partes. No ocultes la realidad ni engañes a la otra persona, porque al final le estarás defraudando. Los acuerdos tienen que ser beneficiosos para ambas partes, y por supuesto, cumplirse tal y como se había hablado.
Evitar sufrimientos
No hagas daño gratuitamente a la otra persona. Ya sea por egoísmo, o también como sistema de defensa cuando tenemos miedo que nos dañen a uno mismo, a veces jugamos con los sentimientos de los demás. Esto no está nada bien. A ti tampoco te gustaría que te lo hicieran.
Una vez más, la mejor forma de que no se den sufrimientos innecesarios es comunicarse. Los malos entendidos, los engaños, o evitar decir la verdad, hace daño, mucho daño. Antes de que llegue el dolor o de que el daño sea irreparable, háblalo y se claro.
Tener empatía
La empatía es la capacidad de ponerse en el lugar de la otra persona, interpretando sus sentimientos y pensamientos. Si quieres trabajar la responsabilidad afectiva, empieza manifestando empatía por los que más quieres.
Una relación no es cosa de una sola persona, si no de dos. Para que sea lo más sana posible y estrechar lazos afectivos, hay que ser empático y evitar el egoísmo. Tú conoces bien como es ese amigo, familiar, compañero o tu pareja. Así que sabes cómo debes tratarle según su manera de ser y lo que espera de ti.
Validar a la otra persona
Como ya hemos dicho, una relación está compuesta por dos personas. Ninguna es más importante que la otra. Los dos os necesitáis. Tanto como te quieres y cuidas a ti mismo, tienes que validar a la persona que tienes delante.
Para que la relación sea sana, ambos debéis encontrar el equilibrio. Ni tus emociones ni las suyas son más relevantes. Hay que hacer una validación recíproca, es decir, en las dos direcciones, de los sentimientos que tenéis y practicar el cuidado mutuo.
No engañar
Terminamos con otro de los pilares más importantes de una relación afectiva y emocional: la ausencia de engaño. Para que haya confianza no debes mentir al otro, ni tampoco permitir que te lo hagan a ti. Ahí es donde entrarían en juego los límites que debes marcar.
Intenta ser sincero, manifestar cómo te siente, proponer posibles soluciones y ante todo tener coherencia con lo que dices y haces. Engañar es también ocultar las emociones o no decir lo que piensas. Si esto afecta de manera negativa a lo que tenéis, el engaño o la ausencia de la verdad hará mucho daño a la relación.
? Otros consejos para mejorar las relaciones
Mantener relaciones sana con otras personas no es sencillo. Todos somos muy diferentes, y tenemos actitudes variadas. Con un poco de práctica y mucha observación, seguro que tú también aprender a tener mejores relaciones.
En nuestro blog Cuídate con Salud, concretamente en la categoría de ‘Psicología’, encontrarás otros muchos trucos para que tus relaciones de pareja, en la familia o con los amigos sean mejores. Echa un vistazo a estos post recomendados:
- Cómo mantener relaciones a distancia con éxito
- 10 Señales para detectar amigos falsos
- Cómo superar la dependencia emocional
- Técnicas para practicar la escucha activa
- Cómo mejorar la relación con los hijos
¿Y tú, te consideras una persona afectiva? ¿Crees que eres responsable a la hora de tratar a los que te rodean? Haz buen uso de la responsabilidad afectiva y maneja tus relaciones siempre desde el respeto y la comunicación. ¡Te traerá cosas mucho más positivas!
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